Contra la memoria (Debate, 2012). |
1) Por un lado, la «memoria histórica», que sería un adulterado producto político-mediático, artificial y acientífico, creado a partir de la selección, sacralización y mitificación de determinados hechos históricos. Para Rieff, la «memoria histórica» es una ficción que busca condicionar la psicología de la población, y cuyo fin no es dar a conocer la Verdad, sino «hacer justicia» (sic).
El autor afirma que esta mitificación del pasado es algo pernicioso porque la rememoración o exaltación de determinados «recuerdos colectivos» puede servir para alimentar el rencor y los deseos de venganza entre individuos y pueblos; pero también porque, en ocasiones, al tomar rango de ley y tener como prinicpal objetivo teórico el resarcir a las víctimas de determinado periodo histórico, éstas tienden a creerse legalmente amparadas para llevar a cabo cualquier tipo de acción y a situarse moralmente por encima de otras víctimas (en palabras de Rieff, «no hay nada más socialmente incontrolable y, por ende, más peligroso políticamente que un pueblo que se tiene a sí mismo por víctima» o «las víctimas de hoy son, muy probablemente, los victimarios de mañana» [2]).
2) Por otro lado, la «Historia» propiamente dicha, que sería una disciplina científica con pretensiones totalmente asépticas y cuyo fruto normalmente no va mucho más allá de las cátedras y academias donde ha sido concebido.