Tradicionalmente la historiografía moderna ha defendido que la educación espartana de época clásica
(siglos V y IV a.C.) no sólo se mantuvo incólume durante los momentos de
gloria del Estado laconio -las Guerras Médicas y la Guerra del Peloponeso- sino
que, iniciada ya su decadencia en época helenística y posteriormente bajo la
dominación romana, en una huída hacia adelante sin mucho sentido político, víctima
de su propio mito, Esparta exageró aún más sus autárquicas y deformadoras características
totalitarias. A medida que el Estado espartano cedía en su poder y su sistema perdía
eficiencia, éste, en cambio, acentuaba sus exigencias totalitarias, pero ya no
tanto como un reflejo natural del pasado esplendor, sino como una deformación
arcaizante de la realidad histórica, como una caricatura de sí misma. Esparta
estaba orgullosa de su pasado y presumía de que su ordenamiento político había
permitido que el Estado se mantuviera en orden, lejos de las confrontaciones
civiles que afectaron al resto de poleis
griegas, y evitado la Tiranía. Sin embargo, hay autores que defienden que la agogé, como otras instituciones
espartanas, se conservó durante siglos gracias a su adecuación a los tiempos,
aunque de forma contradictoria los propios espartanos de época helenística y
romana habrían sido los responsables de explicar su conservación como un retorno
a la tradición. Como fuere, parece claro que la agogé sí debió de sufrir repetidas transformaciones y adecuaciones.
domingo, 30 de octubre de 2011
AGOGÉ, LA EDUCACIÓN ESPARTANA (III)
LA EDUCACIÓN
ESPARTANA DURANTE LA ÉPOCA CLÁSICA (siglos V-IV a.C.).
domingo, 16 de octubre de 2011
AGOGÉ, LA EDUCACIÓN ESPARTANA (II)
LA EDUCACIÓN
ESPARTANA DURANTE LA ÉPOCA ARCAICA (siglos VIII-VI a.C.).
Nuestros conocimientos del sistema educativo espartano
fundamentalmente derivan de fuentes tardías. Hay que destacar ante todo la obra
de Jenofonte de Atenas, la Constitución
de los lacedemonios [1],
las obras de Platón [2]
(ambos del siglo IV a.C.) y la obra de Plutarco de Queronea, Vida de Licurgo [3]
(éste del siglo I-II d.C.). En cierta medida también hemos de tener en cuenta
las inscripciones epigráficas, si bien éstas pertenecen todas a los siglos I y
II d.C.. Estas fechas hacen que los datos de los que disponemos sobre la educación espartana en época arcaica
(siglos VIII-VI a.C.) sean muy escasos o anacrónicos, lo que nos obliga a
tener que inferir la mayor parte de información general a través del estudio particular
de la cultura arcaica lacedemonia, ésta sí mejor documentada. Para ello son muy
útiles los escritos de dos poetas espartanos del siglo VII a.C., Alcman y Tirteo [4]:
“Porque es hermoso que un valiente
muera,
caído en las primeras filas, luchando por su Patria.
Es, en cambio, la cosa más dolorosa de todas
vivir como un mendigo, abandonando la Patria y sus fértiles campos,
errante con la madre querida y el padre anciano
y los hijos aún niños y la esposa legítima.
caído en las primeras filas, luchando por su Patria.
Es, en cambio, la cosa más dolorosa de todas
vivir como un mendigo, abandonando la Patria y sus fértiles campos,
errante con la madre querida y el padre anciano
y los hijos aún niños y la esposa legítima.
Éste será objeto de odio para aquéllos a
cuyo país llegue
cediendo a la necesidad y a la horrible pobreza;
deshonra su linaje, desmiente su noble rostro
y toda infamia y toda vileza va con él.
cediendo a la necesidad y a la horrible pobreza;
deshonra su linaje, desmiente su noble rostro
y toda infamia y toda vileza va con él.
Por lo tanto, si no hay para un vagabundo
ninguna ayuda
ni tampoco respeto, consideración ni compasión,
luchemos valientemente por nuestra tierra
y muramos por nuestros hijos sin ahorrar nuestras vidas.
ni tampoco respeto, consideración ni compasión,
luchemos valientemente por nuestra tierra
y muramos por nuestros hijos sin ahorrar nuestras vidas.
Así pues, oh jóvenes, luchad unidos
y no déis la señal de la huida vergonzosa ni del miedo;
haced grande y fuerte en el pecho vuestro corazón
y no tengáis amor por vuestras vidas cuando lucháis con el enemigo;
ni huyáis abandonando caídos a los de más edad,
cuyas rodillas ya no son ágiles, a los viejos;
pues es vergonzoso que, caído en las primeras filas,
yazca en el suelo delante de los jóvenes un hombre de más edad,
de cabeza ya blanca y barba cana, exhalando en el polvo su alma valerosa,
con las ensangrentadas vergüenzas cogidas en las manos
-visión abominable, cosa impía de ver- y desnudo;
en un joven, en cambio, todo es decoroso
mientras posee la brillante flor de la amable juventud:
y no déis la señal de la huida vergonzosa ni del miedo;
haced grande y fuerte en el pecho vuestro corazón
y no tengáis amor por vuestras vidas cuando lucháis con el enemigo;
ni huyáis abandonando caídos a los de más edad,
cuyas rodillas ya no son ágiles, a los viejos;
pues es vergonzoso que, caído en las primeras filas,
yazca en el suelo delante de los jóvenes un hombre de más edad,
de cabeza ya blanca y barba cana, exhalando en el polvo su alma valerosa,
con las ensangrentadas vergüenzas cogidas en las manos
-visión abominable, cosa impía de ver- y desnudo;
en un joven, en cambio, todo es decoroso
mientras posee la brillante flor de la amable juventud:
su vista produce admiración a los hombres
y amor a las mujeres;
caído en las primeras filas, es un héroe.
Ea pues, que cada uno de vosotros
permanezca en su puesto
con las piernas bien abiertas, firmemente apoyado en el suelo con los dos pies,
mordiendo el labio con los dientes”.
con las piernas bien abiertas, firmemente apoyado en el suelo con los dos pies,
mordiendo el labio con los dientes”.
Como apunté más arriba, en contraste con la imagen que le atribuye
la tradición de tendencia filoateniense, durante la época arcaica Esparta no se
encerró en sí misma, sino que resultó ser la gran cosmópolis de la civilización
griega, el auténtico polo de atracción cultural de toda la Hélade. Por lo que
se desprende de las elegías guerreras de Tirteo, la educación espartana en
época arcaica era una educación esencialmente militar, pero, a su vez, también
era una educación cívica. Se trataría de una enseñanza del oficio de las armas
y de la ética guerrera, pero ya no en un ambiente señorial, sino en un contexto
político; es decir, en un contexto plenamente ciudadano. La razón del cambio
queda reflejada en la evolución de las técnicas de combate: las luchas
singulares de campeones y héroes propias del mundo homérico (monomachias) fueron sustituidas por el
choque de líneas de soldados de infantería pesada -los hoplitas (oπλίτης)- en
orden cerrado de batalla. Esto provocó una profunda revolución moral y
política, porque el éxito de este tipo de combate residía en que las líneas de
choque se mantuvieran unidas, por lo que era esencial la confianza que el
hoplita depositaba en el hombre que se situaba a su derecha, pues éste le
protegía con su escudo. Este sentimiento de solidaridad en el campo de batalla
se trasladó a la vida civil, convirtiendo así la polis en la plasmación cívica ideal de vida colectiva, y al
ejército en una milicia de ciudadanos-soldado.
domingo, 2 de octubre de 2011
AGOGÉ, LA EDUCACIÓN ESPARTANA (I)
No soplan
buenos vientos para la educación. Lo que debería ser un barco en el que todos
los tripulantes remáramos en una misma dirección a fin de llegar a buen puerto,
se ha convertido en las últimas décadas en un despropósito pedagógico y social que
siempre parece a punto de zozobrar [1].
Por un lado, estamos patroneados por un capitán botarate (políticos) que juega
con el timón como quien gira una ruleta de casino a ver si -esta vez sí- la
suerte le sonríe y por fin rola o refresca; un capitán empeñado en abrir nuevas
vías de agua en el casco con ocurrencias tan grandilocuentes como ineficaces [2]
y que, ahíto de ron, ha llegado a concluir que con menos velamen y marinería [3]
su barco singlará mejor los embravecidos siete mares. Por otro lado, entre la atolondrada
tripulación, los buenos marinos vocacionales se ven obligados a compartir
faenas y camarotes con galeotes enrolados a la fuerza, con náufragos rescatados
de otras embarcaciones con banderas patrias y forasteras, y hasta con polizones
provenientes de todo el Ecúmene que, de no ser primos del contramaestre, por sí
mismos jamás habrían pasado de grumetes en un barco pirata de tercera. Además,
en esta tripulación los hay –los más fuertes (medios de comunicación)- que
reman hacia el ocaso, mientras que otros -los más débiles (algunos padres y
profesores)- lo hacen hacia Levante al tiempo que achican agua como mejor pueden.
Pero es que incluso hay algunos (muchos padres y alumnos, y no pocos
profesores) que, pese que se juegan su futuro y el de su país, pasan olímpicamente
de tocar un remo y además no dejan de quejarse porque el salitre que les salpica
a los ojos les impide mirar indolentes al horizonte infinito.
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