Nuestros conocimientos del sistema educativo espartano
fundamentalmente derivan de fuentes tardías. Hay que destacar ante todo la obra
de Jenofonte de Atenas, la Constitución
de los lacedemonios [1],
las obras de Platón [2]
(ambos del siglo IV a.C.) y la obra de Plutarco de Queronea, Vida de Licurgo [3]
(éste del siglo I-II d.C.). En cierta medida también hemos de tener en cuenta
las inscripciones epigráficas, si bien éstas pertenecen todas a los siglos I y
II d.C.. Estas fechas hacen que los datos de los que disponemos sobre la educación espartana en época arcaica
(siglos VIII-VI a.C.) sean muy escasos o anacrónicos, lo que nos obliga a
tener que inferir la mayor parte de información general a través del estudio particular
de la cultura arcaica lacedemonia, ésta sí mejor documentada. Para ello son muy
útiles los escritos de dos poetas espartanos del siglo VII a.C., Alcman y Tirteo [4]:
“Porque es hermoso que un valiente
muera,
caído en las primeras filas, luchando por su Patria.
Es, en cambio, la cosa más dolorosa de todas
vivir como un mendigo, abandonando la Patria y sus fértiles campos,
errante con la madre querida y el padre anciano
y los hijos aún niños y la esposa legítima.
caído en las primeras filas, luchando por su Patria.
Es, en cambio, la cosa más dolorosa de todas
vivir como un mendigo, abandonando la Patria y sus fértiles campos,
errante con la madre querida y el padre anciano
y los hijos aún niños y la esposa legítima.
Éste será objeto de odio para aquéllos a
cuyo país llegue
cediendo a la necesidad y a la horrible pobreza;
deshonra su linaje, desmiente su noble rostro
y toda infamia y toda vileza va con él.
cediendo a la necesidad y a la horrible pobreza;
deshonra su linaje, desmiente su noble rostro
y toda infamia y toda vileza va con él.
Por lo tanto, si no hay para un vagabundo
ninguna ayuda
ni tampoco respeto, consideración ni compasión,
luchemos valientemente por nuestra tierra
y muramos por nuestros hijos sin ahorrar nuestras vidas.
ni tampoco respeto, consideración ni compasión,
luchemos valientemente por nuestra tierra
y muramos por nuestros hijos sin ahorrar nuestras vidas.
Así pues, oh jóvenes, luchad unidos
y no déis la señal de la huida vergonzosa ni del miedo;
haced grande y fuerte en el pecho vuestro corazón
y no tengáis amor por vuestras vidas cuando lucháis con el enemigo;
ni huyáis abandonando caídos a los de más edad,
cuyas rodillas ya no son ágiles, a los viejos;
pues es vergonzoso que, caído en las primeras filas,
yazca en el suelo delante de los jóvenes un hombre de más edad,
de cabeza ya blanca y barba cana, exhalando en el polvo su alma valerosa,
con las ensangrentadas vergüenzas cogidas en las manos
-visión abominable, cosa impía de ver- y desnudo;
en un joven, en cambio, todo es decoroso
mientras posee la brillante flor de la amable juventud:
y no déis la señal de la huida vergonzosa ni del miedo;
haced grande y fuerte en el pecho vuestro corazón
y no tengáis amor por vuestras vidas cuando lucháis con el enemigo;
ni huyáis abandonando caídos a los de más edad,
cuyas rodillas ya no son ágiles, a los viejos;
pues es vergonzoso que, caído en las primeras filas,
yazca en el suelo delante de los jóvenes un hombre de más edad,
de cabeza ya blanca y barba cana, exhalando en el polvo su alma valerosa,
con las ensangrentadas vergüenzas cogidas en las manos
-visión abominable, cosa impía de ver- y desnudo;
en un joven, en cambio, todo es decoroso
mientras posee la brillante flor de la amable juventud:
su vista produce admiración a los hombres
y amor a las mujeres;
caído en las primeras filas, es un héroe.
Ea pues, que cada uno de vosotros
permanezca en su puesto
con las piernas bien abiertas, firmemente apoyado en el suelo con los dos pies,
mordiendo el labio con los dientes”.
con las piernas bien abiertas, firmemente apoyado en el suelo con los dos pies,
mordiendo el labio con los dientes”.
Como apunté más arriba, en contraste con la imagen que le atribuye
la tradición de tendencia filoateniense, durante la época arcaica Esparta no se
encerró en sí misma, sino que resultó ser la gran cosmópolis de la civilización
griega, el auténtico polo de atracción cultural de toda la Hélade. Por lo que
se desprende de las elegías guerreras de Tirteo, la educación espartana en
época arcaica era una educación esencialmente militar, pero, a su vez, también
era una educación cívica. Se trataría de una enseñanza del oficio de las armas
y de la ética guerrera, pero ya no en un ambiente señorial, sino en un contexto
político; es decir, en un contexto plenamente ciudadano. La razón del cambio
queda reflejada en la evolución de las técnicas de combate: las luchas
singulares de campeones y héroes propias del mundo homérico (monomachias) fueron sustituidas por el
choque de líneas de soldados de infantería pesada -los hoplitas (oπλίτης)- en
orden cerrado de batalla. Esto provocó una profunda revolución moral y
política, porque el éxito de este tipo de combate residía en que las líneas de
choque se mantuvieran unidas, por lo que era esencial la confianza que el
hoplita depositaba en el hombre que se situaba a su derecha, pues éste le
protegía con su escudo. Este sentimiento de solidaridad en el campo de batalla
se trasladó a la vida civil, convirtiendo así la polis en la plasmación cívica ideal de vida colectiva, y al
ejército en una milicia de ciudadanos-soldado.
La educación arcaica espartana, además de reflejar esta nueva
concepción de virtud evolucionada de la areté
homérica, también muestra sus orígenes caballerescos en el gusto que sus
ciudadanos, tanto hombres como mujeres, mantenían por los deportes hípicos y
atléticos, y la alta consideración social que tenían muchos de esos atletas.
Tal es así, que sabemos que durante la celebración de los Juegos Olímpicos los
espartanos solían ser los atletas que obtenían un mayor número de triunfos,
éxitos que eran también fruto de los cuidados entrenamientos que ofrecían los
concienzudos entrenadores laconios, grandes educadores físicos de la Antigüedad [5].
Pero la educación espartana también contaba con una parte
intelectual, principalmente una educación lírica y musical, tan desarrollada
durante los siglos VII y VI que en Esparta surgieron las dos primeras escuelas
musicales (catástasis) que conocemos
en la Historia: la de Tertrando de Lesbos, dedicada a los solos vocales e
instrumentales; y la escuela formada por Taletas de Gortina, Xenodamos de
Citeres, Xenócrito de Locres, Polimnesto de Colofón y Sakadas de Argos,
dedicada a la lírica coral. El hecho de que la mayoría de ellos fueran
extranjeros, revela que en estas fechas Esparta era un polo de atracción
cultural para todos los intelectuales helenos, lo que denota que el público
espartano poseía un nivel cultural considerable, quizá el mayor de toda Grecia;
una imagen muy alejada de la iletrada Esparta de siglos posteriores, cuando se
llegaría a decretar la expulsión de la población extranjera (xenelasía). A éstos autores hemos de
añadir el nombre de los dos más famosos poetas nacionales espartanos, cuya
importancia ya hemos mencionado, Tirteo y Alcman y a sus obras enaltecedoras de
comportamientos humanos que pretenden despertar las conciencias de sus
compatriotas.
Este aperturismo cultural espartano ha quedado comprobado por los
hallazgos arqueológicos en el santuario de Artemis Orthia, donde se han hallado
numerosos elementos de cultura material procedentes de Oriente y Egipto.
Igualmente, este cierto influjo oriental ha quedado reflejado en el arte
laconio elaborado por las comunidades periecas.
Sin embargo, es cierto que este ambiente de vanguardia cultural
comenzó a sufrir un notable estancamiento a mediados del siglo VI a.C. como
consecuencia de una reacción política liderada por las elites aristocráticas
contra los hilotas, pero seguramente también contra las clases populares
espartiatas más reivindicativas. Desde entonces la casta militar consiguió
aumentar su poder, Esparta se encerró en sí misma y comenzó a distanciarse de
los modelos políticos democráticos que ya empezaban a imponerse en el resto de
las poleis griegas, lo que derivó en un
empobrecimiento paulatino de su desarrollo cultural. Probablemente sea en este
momento cuando se configura definitivamente el modelo educativo espartano tal y
como nos lo han transmitido las fuentes, la agogé
(“conducción”) que, según la tradición, era parte del kósmos (“estado de cosas”) creado por Licurgo.
A diferencia de los modelos educativos que se aplican en el resto
de las ciudades griegas, en los que el Estado suele ser un simple espectador o,
a lo sumo, un regulador de unas prácticas pedagógicas que son fundamentalmente
privadas (escuelas, gimnasios, clases particulares), la educación en Esparta es
una auténtica educación de Estado. Una educación ideada, controlada e impartida
por el Estado, una educación para el beneficio y perpetuación de esta misma
institución. Esta situación es propia de un Estado que dirige y regula todos
los aspectos políticos, económicos, sociales, culturales e incluso privados, de
la vida de sus ciudadanos, ya desde antes del nacimiento y hasta su muerte; por
eso se ha escrito que Esparta es el primer Estado totalitario de la Historia,
que ofrecía una educación no sólo destinada a hacer de los espartanos
aguerridos guerreros, sino también disciplinados ciudadanos, acatadores de las
leyes y defensores del buen orden (eúkosmon)
social y político.
[...]
[1] JENOFONTE: Constitución de Esparta. Cátedra, 2009.
[2] PLATÓN: Diálogos. 9 vols. Gredos, 2002.
[3] PLUTARCO: Vidas Paralelas 1. Licurgo-Numa. Gredos, 1985; y Moralia 3. Gredos, 1987.
[4] Elegía Dulce et decorum por Patria mori. Puede verse en GARCÍA GUAL,
Carlos: Antología de la poesía lírica
griega. Alianza, 2001.
[5] SALVADOR, José Luis: El deporte en Occidente. Grecia, Roma y Bizancio. Cátedra, 2009.
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